Creía que la formación me resultaría muy repetitiva debido a su larga duración. Pero no fue así.
En cada nuevo curso, mejorábamos las técnicas, introducíamos procedimientos distintos, diferentes formas de masajear al perro nueva gente, nuevos toques pero especialmente convivíamos con gente y perros diferentes.
Observábamos y analizábamos casos reales, y aprendimos que la experiencia es la fuente del conocimiento.
También nos enseñaron que no debíamos limitarnos a los libros de educación canina, sino que era necesario leer sobre la conexión celular, las energías, la comunicación no verbal.